Dicen que te has ido para siempre. Que no volveré a verte ni podré desayunar contigo.
Yo no creo a nadie.
Impregnaste en mi tus abrazos y tu cariño. Soy quien soy gracias a ti, y también a pesar de ti. Dicen que duele perder a un ser querido, y llevan razón, si te hubiera perdido.
Estarás en cada tostada de tomate con pimienta, en cada abrazo y cada suspiro. En cada paseo por la playa cantando, siempre cantando. Te recordaré en los periódicos y en las noticias, en las sonrisas que siempre regalaste. No te has ido porque has dejado tu alma en cada uno de nosotros.
Tengo cientos y cientos de recuerdos... Abuelo. ¡¡Abuelo!!. Cuando pienso en ti recuerdo a una niña gritándote, buscándote desde lejos y preparando el abrazo más fuerte que pueda pronunciar.
Recuerdo que una vez te pregunté dónde van los muertos. Estábamos espachurrados en el sofá, tu con tu jarra de agua en la mesa (la recuerdo porque me encantaba quitarte un sorbito después de comer). Me dijiste que no sabías dónde iban, pero si no volvían era porque estaban muucho mejor que aquí. Yo confío en tus palabras, igual que tu has confiado siempre en mi.
Te has ido, y yo aún te veo bajando cada mañana a desayunar a las once en punto. Sé que eras feliz, siempre lo fuiste. Por eso no te has ido.
Te queremos. Un abrazo, de los tuyos, que quiero volver a oler tu colonia y escuchar tu risa temprana.
Te quiero abuelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario