Deshago tus sonrisas en mis recuerdos,
y sé que no son míos,
                                robados,
                                prestados,
                                               soñados.

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Digo que estar cuerdo
es estar atado
con una soga al cuello.

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Se hacen eternas las estrellas
al amparo de tu mirada,
inciertos los sueños,
                              desciendo.
Caigo.

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Un sueño infinito,
un deseo estresado,
un sentimiento idealizado,
                        platónico.
Locura.

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Se me escapa el tiempo y no lo veo,
se despista mi alma y embrutecen mis miedos.
Yo, a veces soy yo sin mi, y me odio.
A veces soy conmigo y aparezco
sentada en ese sillón,
           el sillón de tu recuerdo y mi vida.
Descanso.

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Escurrir el corazón
como un papel mojado.
En silencio.

Eso es dolor.

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Se escapan mis dedos,
a veces escriben solos.
A veces gritan, lloran, hablan, atienden, sueñan.
A veces son felices y creen ser eternos.
Quizás sean felices.
Quizás sean eternos.
Quizás ciegos.

Entre aguas, mares,
entre sueños y esperanzas,
              la calma de lo que se tiene,
              un espontáneo deseo que quiebra el alma,
y la dibuja de nuevo, parece estrellada, impaciente.

Sumiso el corazón que no me habla.
Sumiso el corazón
                           que no me habla.

Doblada en mil partes la lluvia de una garganta que quiere gritar.
Reñida, dispuesta,
sonrisas enlatadas que me dejan escaparme.

Doblada en mil partes, entre dos aguas,
                                    entre dos mares,
sueño.
Y pienso que todo está en calma. Río.

Renazco del día que fui de tu sonrisa esclava.

Sumiso el corazón que me da la espalda,
insulso,
             del miedo
                               que no me habla.

Resulta que se me escapa el tiempo y no lo veo.

Y despiezo las ganas de levantarme, robo el silencio,
me entrego a los sueños que se rebozan en el cielo.

Distingo los ojos de las miradas redondas, escalfadas, disimulando
                                                                                  haberte encontrado.
A veces se me olvida que me fascina tu sonrisa.
Luego te recuerdo. Se me olvidan los olvidos y te sueño.

Descubrí que es un instante, sólo un instante de tiempo,
y se cubre el alma de sentidos que jamás esperé soñar,
ya llevan nombre las palabras que escondí entre tantos versos
por un momento fui completamente feliz y completamente entera.

Por un momento fui y lo tuve todo.
¿Qué más podría pedir?

Y si, es esa sonrisa.

Es LA sonrisa.

Si me caigo,
      me levanto.
Si me caigo,
      me levanto.
Repite conmigo:
Si me caigo,
      me levanto.

Y no hay día, ni hora en este mundo de locos

que no recuerde a los que se han ido

                                                      para no volver.

Pensar que el mundo gira, la vida avanza, cambian los ojos,

a veces hasta las miradas;

pero siguen vuestros recuerdos, camuflados entre lágrimas que aparecen y desaparecen.

Y estallan los sueños que quisimos, los que pudimos,

                                                                                 los que aún seguimos esperando.

Y sigo andando por el sendero que disipo con vuestros recuerdos,

que dibujo con vuestras huellas,

dando pasos miro al cielo buscando el consuelo de un abrazo que lleve vuestra colonia,

y descubro que todo, cada detalle, cada piedra en la que tropiezo, cada vez que me levanto,

            es un poco de vosotros. 

Río entre lágrimas,

aplauso de desconcierto, abrumadores recuerdos, 

sonrisas que no son mías,

                                pero me las quedo.

Y no hay día, ni hora en este mundo de locos

que no exclame al mundo que os quiero,

                                                                ¡cuánto os quiero!.

Que no agradezca la suerte de haberos tenido

   

para poder llevaros en mi recuerdo.