A ti
¡tú mismo!,
me importa que te des por aludido.
¿Ves cómo está el cielo?
Aún no te he escuchado gritarle.
Te habrás quedado sin saliva,
o sin sueños.
A ti, que te hablo y me refiero,
quiero verte mirar con los ojos despechados del frío invierno,
no los cierres si hay viento,
así verá que no es momento de dejarle soplar.
A ti, persona, ingenuo, testarudo y todo cuanto anhelo,
a ti dedico mi tiempo, mi empeño,
mi corazón abrigo y las huellas que dejo.
Será, quizás,
porque a ti te quiero.
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